miércoles, 27 de abril de 2011

SABADO SANTO EN CORDOBA- ARGENTINA-


 
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La foto corresponde a la Santa Misa usus antiquior celebrada el Sábado Santo en la Capilla de la Sagrada Familia en la ciudad de Córdoba. Ofició Fr. Rafael Rossi, con la colaboración como acólitos y en el coro de integrantes de Una Voce Córdoba. En la ocasión se hicieron presentes más de 50 fieles. Queremos agradecer a las Hnas. Terciarias Franciscanas de la Caridad, principalmente en la persona de la Madre Superiora, Hna. Leo Gutierrez, quien generosamente dispuso la apertura de la Capilla para la celebración del Jueves, Viernes  y Sábado Santo, además de poner a nuestra disposición de todos los elementos litúrgicos que hicieron falta para llevar adelante decorosamente la celebración de la Santa Misa tradicional, participando activamente en su preparación e invitando amigos y conocidos como a Hnas. de la orden radicadas en otras diócesis. Dios las bendiga. A continuación más imágenes:

lunes, 25 de abril de 2011

JUEVES SANTO EN CÓRDOBA- ARGENTINA-

Celebración de la Santa Misa tradicional del Jueves Santo en la Capilla de la Sagrada Familia de las Hnas. Terciarias Franciscanas de la Caridad, en Córdoba (Argentina). Ofició el Fr. Rafael Rossi (O.P.) y jóvenes integrantes de Una Voce Córdoba intervinieron como acólitos. El órgano estuvo a cargo del Prof. Paredes y el canto gregoriano por el Dr. Enrique Gavier acompañado por integrantes de Una Voce Córdoba. A la celebración litúrgica asistieron alrededor de 70 fieles. A coninuación más imágenes:

jueves, 14 de abril de 2011

(IV). LA PREPARACIÓN DE LA CUARESMA



El año litúrgico se estructura a partir de los acontecimientos más relevantes relacionados con Jesucristo. El más importante de ellos es la Semana Santa, en que se rememora su Pasión, Muerte y Resurrección y la consiguiente consumación de su obra redentora. Esto explica que la ordenación del año litúrgico se haga a partir de la Pascua de Resurrección, que es el domingo inmediatamente posterior a la primera Luna llena tras el equinoccio de primavera. En la forma extraordinaria del rito romano existen algunas diferencias con la distribución del año litúrgico existente tras la reforma de 1970. Una de esas diferencias es el período de tres semanas que precede a la Cuaresma, que en la forma ordinaria ha pasado a ser parte del tiempo ordinario. Dichas semanas se denominan, respectivamente, Septuagésima, Sexagésima y Quincuagésima. El tiempo de Septuagésima, como también es conocido, es un preludio para la Cuaresma, es decir, una preparación para que nos dispongamos a celebrarla santamente, y con la mortificación de este tiempo a través de la penitencia, el ayuno y la oración, nos preparemos para la gran fiesta de la Pascua. De ahí que su color litúrgico sea el morado, al igual que en Cuaresma y Adviento, por ser aquel que denota exteriormente una preparación penitencial y una profundización espiritual de cara al tiempo litúrgico que sucederá. Cada uno de los domingos del tiempo de Septuagésima tiene una estación en una de las basílicas de Roma. Este período comienza con el domingo de Septuagésima, que marca el inicio del tiempo de Carnaval (etimológicamente, abandono o despedida de la carne).

Septuagésima es el noveno domingo antes de la Pascua de Resurrección, y debe su nombre a una simplificación de origen histórico: el primer domingo del tiempo de Carnaval que se introdujo en el calendario litúrgico fue el domingo de Quincuagésima (siglo VI). Posteriormente, se añadieron otros dos: el primero, que cae casi sesenta días antes de la Pascua, fue llamado domingo de Sexagésima (IV Concilio de Orleans, 541), y el segundo de Septuagésima (Sacramentario Gelasiano, 750). Septuagésima se conoce también como Dominica Circumdederuntpor la primera palabra del Introito de la Misa («Cercáronme angustias de muerte…»). A partir de este domingo y hasta el domingo de Pascua, se deja de decir el cántico al Señor, el Aleluya, en la Misa y en el oficio divino. Asimismo, en la Misa del domingo y de las ferias se omite por completo el Gloria y se añade un Tracto al Gradual. Su estación es San Lorenzo Extramuros.

Sexagésima es el octavo domingo anterior a la Pascua y el segundo antes de la Cuaresma, y se conoce también como Dominica Exsurge, por el comienzo del Introito («Levantaos, oh Señor…»). Su estación es San Pablo Extramuros, y desde ahí la oración de la Iglesia invoca al doctor de los gentiles.

Quincuagésima es el domingo anterior al Miércoles de Ceniza, llamadoDominica in Quinquagesima o Esto mihi, por las palabras iniciales del Introito de la Misa («Sé para mí un Dios protector…»). Su estación es San Pedro. En muchos lugares este domingo y los siguientes dos días eran usados para preparar la Cuaresma mediante una buena confesión. Como los días previos a la Cuaresma eran con frecuencia destinados al desenfreno, el Papa Benedicto XIV, por medio de la constitución Inter Caetera (1 de enero de 1748), introdujo una especie de «devoción de las cuarenta horas» para proteger a los fieles de las diversiones peligrosas y para favorecer en cierta medida la reparación por los pecados cometidos. Con el mismo nombre también se designa el tiempo entre Pascua y Pentecostés, o entre el domingo siguiente a la Pascua y el domingo siguiente de Pentecostés. En este último caso se le llama Quinquagesima Paschae, paschalis o Laetitiae.

Con estas tres semanas se prepara, pues, la llegada del Miércoles de Ceniza y el inicio de ese tiempo de penitencia y oración que es la Cuaresma. Como recuerda el Papa, «el itinerario cuaresmal, en el cual se nos invita a contemplar el Misterio de la cruz, es “hacerme semejante a él en su muerte” (Flp 3, 10), para llevar a cabo una conversión profunda de nuestra vida […] El período cuaresmal es el momento favorable para reconocer nuestra debilidad, acoger, con una sincera revisión de vida, la Gracia renovadora del Sacramento de la Penitencia y caminar con decisión hacia Cristo» (Mensaje para la Cuaresma 2011).

Jaime Alcalde

viernes, 1 de abril de 2011

(III). SOBRE LAS POSTURAS DURANTE LA SANTA MISA



El Código de Derecho Canónico recuerda que: «El sacramento más augusto, en el que se contiene, se ofrece y se recibe al mismo Cristo Nuestro Señor, es la santísima Eucaristía, por la que la Iglesia vive y crece continuamente. El Sacrificio eucarístico, memorial de la muerte y resurrección del Señor, en el cual se perpetúa a lo largo de los siglos el Sacrificio de la cruz, es el culmen y la fuente de todo el culto y de toda la vida cristiana, por el que se significa y realiza la unidad del pueblo de Dios y se lleva a término la edificación del cuerpo de Cristo» (canon 857).

Esta naturaleza sacrificial de la Misa fue afirmada solemnemente por el Concilio de Trento, en armonía con la tradición universal de la Iglesia, y ha sido recogida en el Misal Romano de San Pío V. Por su importancia, este carácter ha sido nuevamente expresado por el Concilio Vaticano II, al pronunciar estas significativas palabras acerca de la Misa: «Nuestro Salvador, en la Última Cena, instituyó el sacrificio eucarístico de su Cuerpo y de su Sangre, con el cual iba a perpetuar por los siglos, hasta su retorno, el sacrificio de la cruz y a confiar así a su Esposa, la Iglesia, el memorial de su muerte y resurrección» (Constitución Sacrosanctum concilium, § 47). Debido a la importancia del acontecimiento que ocurre en cada Misa, los fieles han de tributar «la máxima veneración a la santísima Eucaristía, tomando parte activa en la celebración del Sacrificio augustísimo, recibiendo este sacramento frecuentemente y con mucha devoción, y dándole culto con suma adoración» (canon 858 del Código de Derecho Canónico).

Por consiguiente, para seguir con la debida reverencia el sacrificio redentor que se renueva en cada Misa, es necesario guardar un comportamiento acorde a la grandeza de lo que se está celebrando. Con ese fin, la Iglesia ha previsto también que la postura corporal de los fieles se adapte a cada una de las partes de la Misa.

En la forma extraordinaria, las posturas son las siguientes:

a)      A la entrada del sacerdote: de pie.
b)      Oraciones al pie del altar: si la Misa es rezada, de rodillas hasta que finaliza el confiteor. Si la Misa es cantada, de pie hasta el Gloria.
c)      Gloria: de pie (sentarse cuando el sacerdote lo hace).
d)      Oración Colecta: de pie.
e)      Epístola, Gradual y Aleluya: sentado.
f)       Evangelio: de pie.
g)      Homilía: sentado.
h)      Credo: de pie (arrodillarse cuando se dice: «Et incarnátus est de Spíritu Santo ex María Vírgine: et homo factus est»; sentarse cuando el sacerdote lo hace, y ponerse de pie cuando termina).
i)        Ofertorio: sentarse después de responder: «Et cum spíritu tuo».
j)        Prefacio y Sanctus: de pie.
k)      Canon de la Misa: de rodillas (desde el fin del Sanctus y hasta el «Amen» con que se responde la invocación «Per ómnia saécula saeculórum» del sacerdote).
l)        Pater Noster: de pie hasta el Agnus Dei inclusive.
m)    Agnus Dei: de rodillas desde que se ha acabado de recitar o cantar el Agnus Dei y hasta que ha finalizado la oración de la Comunión. 
n)      La Comunión se recibe siempre de rodillas y en la boca. No se dice «Amen» en el momento de comulgar y quien desee hacerlo, ha de abstenerse de tomar cualquier alimento o bebida al menos desde una hora antes de la sagrada comunión, a excepción sólo del agua y de las medicinas (canon 919 § 1 del Código de Derecho Canónico).
o)      Poscomunión: de pie.
p)      Después del «Ite, Missa est»: de rodillas para recibir la bendición.
q)      Último Evangelio: de pie (se hace una genuflexión cuando el sacerdote dice: «Et Verbum caro factum est»).
r)       Oraciones finales (preces leoninas): de rodillas (sólo se dicen en las Misas rezadas). Si la Misa es cantada, se permanece de pie mientras se entona el motete final.
s)       Salida del sacerdote: de pie.

Por supuesto, las personas mayores o enfermas pueden sentarse cuando sea necesario.