lunes, 11 de julio de 2011

(X). LOS ORNAMENTOS LITÚRGICOS (IV)



El siguiente ornamento que mencionaremos es el velo humeralpaño de hombros o, simplemente, humeral. Se trata de un trozo de tela de aproximadamente dos metros de largo por cincuenta centímetros de ancho que el sacerdote usa sobre los hombros y espalda, generalmente sujeto con un broche, y con el que cubre sus manos para portar respetuosamente el Santísimo Sacramento y ciertos objetos sagrados dignos de veneración, como acaece con algunas reliquias insignes o imágenes de la Virgen, cuando bendice con ellos o los lleva en procesión.

En las Misas pontificales, los acólitos suelen vestir una especie particular de humeral, uno para llevar la mitra (en la forma extraordinaria, como en su momento se señalará, se usan dos mitras distintas según el momento de la celebración) y otro para portar el báculo. El color del humeral depende del uso que se le dé. Generalmente suele ser blanco o dorado, y ricamente bordado; pero los hay de todos los colores litúrgicos (Rubricarum Instructum, nr. 117). Para la bendición y las procesiones con el Santísimo Sacramento, el humeral sólo puede ser blanco, aunque éstas tengan lugar después de vísperas y el sacerdote lleve capa pluvial del color del día. Esta norma es absoluta y permanece también en la forma ordinaria, sea que la bendición se imparta con la custodia o sólo con el copón (Ritual de la Sagrada Comunión y el culto del Misterio Eucarístico fuera de la Misa, de 21 de junio de 1973, nr. 92).

En la forma extraordinaria hay una ceremonia que puede llamar la atención a quien asiste por primera vez a una Misa solemne, y que consiste en la velación de la patena con el humeral a partir del ofertorio por parte del subdiácono. Los simbolistas han visto en esta enigmática ceremonia una figura del Antiguo Testamento, que contenía velado el misterio de la Redención y de la consumación de la Ley y Profetas, que sólo se alcanza con la venida de Cristo. Su origen histórico se encuentra en la antigua práctica de las ofrendas al templo. Los fieles, en efecto, presentaban panes que los subdiáconos recogían en grandes vasijas, denominadas por ello «patenas». Reservada la parte necesaria para la consagración, los diáconos llevaban lo restante a la sacristía, para ser repartido a los pobres; luego regresaban con las patenas envueltas en paños para que sirviesen en la distribución de la Eucaristía.

Dos ornamentos que conviene considerar conjuntamente son la dalmáticay la tunicela. La dalmática es una holgada túnica de seda que se pone encima del alba, cubre el cuerpo por delante y detrás, y lleva para tapar los brazos una especie de mangas anchas y abiertas. Se llama así por proceder de una túnica blanca con mangas anchas y cortas y adornada de púrpura, que tomaron de los dálmatas los antiguos romanos de las clases sociales más acomodadas. La tunicela, por su parte, es una túnica fina de mangas largas y estrechas, más corta y menos rica en los adornos que la dalmática, que también se viste sobre el alba y que se diferencia de ésta por estar sin ceñir. Quizá la diferencia más sustancial entre una y otra vestimenta sea que la tunicela carece de clavi, esto es, de aquella franja decorativa en forma de cordón con borlas que desciende verticalmente desde la parte superior al borde inferir de la túnica. Ambas son del color litúrgico del día.

En la Misa solemne celebrada según la forma extraordinaria, el sacerdote viste casulla, el diácono dalmática, el subdiácono tunicela y el sacerdote asistente capa pluvial (aunque sólo en las Misas pontificales y en la primera Misa de un nuevo sacerdote). Si la Misa es celebrada por un obispo, éste viste la casulla sobre la dalmática y la tunicela (réplicas en seda sin forrar de la que visten el diácono y el subdiácono), para indicar que en él reside la plenitud del sacerdocio (Rubricarum Instructum, nrs. 134, 135 y 137). La dalmática y la tunicela simbolizan la justicia y al vestirse con ellas se reza una oración propia. El diácono dice: «Revestidme, Señor, con el ornamento de salvación y con el vestido de gozo; y cubridme siempre con la dalmática de la santidad»; y el subdiácono: «Que el Señor me revista con la túnica del gozo y con el ornamento de la alegría».

Cabe hacer notar que el Motu proprio Ministeria Quedam (1972) suprimió las órdenes menores, entre las que se encontraba el subdiaconado. En la forma ordinaria, por tanto, la dalmática permanece como la vestimenta propia del diácono, quien la viste sobre el alba y la estola, aunque puede omitirse por una necesidad o por un menor grado de solemnidad (Instrucción General del Misal Romano, nrs. 119 b y 338). El Ceremonial de los Obispos aconseja también que en la celebración solemne, según la antigua costumbre, debajo de la casulla éstos vistan la dalmática, que podrá ser siempre blanca (nr. 56).


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